El motivo no es otro que los colegios siguen el modelo de educación diferenciada. La educación infantil es común para niñas y niños pero al pasar a primaria las niñas se quedan en el colegio y los niños se van a otro; previa fiesta de despedida en las que las niñas, y también las profesoras, festejan que al fin se quedan solas y los niños celebran que al fin dejan de estar en un cole de niñas para incorporarse a su deseado colegio de niños en el que, ya, han hecho sus pinitos en alguna actividad deportiva o de verano.
Hasta aquí todo parece normal: ellas encantadas, ellos más y los padres satisfechos porque esa es la elección que hemos tomado libremente. Pero todo cuento que se precie no tiene un final feliz inmediato, sino más bien se han de pasar algunas asechanzas y algunos peligros procurados, como no, ora por ogros liberticidas ora por magos sectarios.
Y sucedió que los ex moradores de los edificios administrativos fueron regalados del pueblo llano y votante con un pasaporte para el infinito y más allá. Persuadidos de que tanto coche presidencial, tanto barco del amigo vicepresidencial, tanta imposición lingüística, tanta subvención de los suyos, tanta concesión a los próximos, tanta contratación de los propios . . . y tanta doble gestión de la ruina, durante casi cuatro largos años, era insoportable si de otra legislatura se tratara.
Y siguiendo la máxima del escudo de armas de su gran líder “esto hay que sacarlo como sea” se afanaron, a última hora, con tal arte y tan poca tregua que de haber dado muestras de esta laboriosidad durante su concluso mandato, otro gallo hubiese cantado. Entre las cosas que tenían que quedar bien atadas se encontraba una nueva vuelta de tuerca en el negociado de las maltrechas enseñanzas medias. Había que aprovechar los días del Gobierno en funciones para arrimar el ascua a lo que quedaba de su sardina que solo era la raspa y arrebatar el concierto a los colegios que se diferenciaban . . . de su enfoque ideológico.
Algunos medios de comunicación, los suyos que son casi todos, aplaudieron con inmediatez estas decisiones en aras de conseguir la plena igualdad entre hombres y mujeres. Y algún preboste socialista (que no es un insulto . . . lo de preboste) llegó a vincular la separación de niñas y niños, en el aula, con la llamada violencia de género.
Vamos que los padres que elegimos este tipo de educación acabaremos tildados de fomentar el terrorismo doméstico o contra la mujer.
Pues no, por aquí no paso. Que la vida pública esté inundada de los más torpes, pase; que si para ser arquitecto hubiese que tener la misma formación que para ser político los edificios se caerían a nuestro paso, pase. Pero, encima de cornudo, apaleado, o a lo bestia que es como disfruta la tropa: encima de puta a pagar la penicilina, . . . no pase.
Para solaz de indocumentados y como dice mi mujer:
- Mi niña va a un colegio femenino porque quiero que tenga todas las oportunidades que no tendría en uno mixto (véase las estadísticas sobre acceso a carreras técnicas de alumnas de colegios femeninos).
- Mi niña no tiene por qué sufrir la violencia (a dar una vueltecita por los coles e institutos).
- Mi niña será valorada por lo que es y no por como sea su físico (las guapas son las encumbradas y las estudiosas son las empujadas . . . escaleras abajo).
- Mi niña crecerá con el ritmo de sus compañeras (y no tendrá que esperar a que maduren sus compañeros).
- Mi niña está perfectamente integrada y actúa con total naturalidad con sus hermanos y con sus amigos (sin necesidad de ocultar su femineidad).
- Mis niños van a un colegio masculino donde no se frustrarán porque la primera de la clase siempre será una niña (y no acabarán resolviendo su frustración por la fuerza).
- Mis niños competirán lealmente con sus compañeros madurando cuando les corresponde (más tarde que las niñas).
- Mis niños se formarán sin distorsiones ajenas al ambiente académico (bastantes tiene la vida).
- Mis niños respetan a las niñas porque así han sido educados (sin tener que abjurar de su masculinidad).
No quiero decir que no se puedan conseguir estos objetivos en los centros mixtos, pero nosotros hemos querido elegir esta educación porque pretendemos que nuestra hija siga su “cursus honorum” en tiempo y forma. Y ese es el problema, que una parte de la clase política no ve con buenos ojos que nos permitamos el lujo de elegir. Menos mal que todavía podemos votar y hace poco lo hemos hecho en Galicia.
La Xunta ha muerto, viva la Xunta.
2 comentarios:
mmmmmm, asunto delicadillo pues tienes implicaciones personales.
A mi personalmente me gusta más la educación mixta. Creo que si queremos inculcar la idea de igualdad entre hombres y mujeres hay que empezar por las escuelas. Evidentemente la educacion separada no es perjudicial, pues como dices los niños y las niñas se integran perfectamente. Pero creo que te equivocas al afirmar que estando separados se atiende mejor las necesidades específicas de cada sexo.
Si hubiera que hacer colegios especiales para cada cuestion diferenciatoria, minusvalía, etc... mmmm habría que abrir muchos colegios nuevos.
Yo creo que esas necesidades específicas se deben procurar atender en general juntos. Te pongo un ejemplo personal.
Mi primo es sordo y ha estudiado en un colegio especial para personas sordas. Alli la educación está infravalorada. Es decir, se enseña menos porque se cree que los niños sordos en general tardan más en comprender.
Mi primo cuando lo cambiaron a un colegio público mejoró notablemente su rendimiento pues lo unico que necesito es una adaptación (un interprete)y ahora es de los primeros de su clase.
A lo que iba. Si se cree que los niños estudian menos que las niñas, es un buen incentivo que estos estudien juntos pues aprenderán más si se les incentiva a ser competitivos.
Estoy de acuerdo con tremendarius (sin que sirva de precedente). Creo que es mas solido su razonamiento. Lo demas es un poco ... "Sectario". Las diferencias, evidentes, entre los machos y las hembras no estan en el intelecto, sino en que cada individuos, sea cual sea su sexo, es especial y diferente. El desarrollo es disitnto y necesitamos un entorno equitativo para desarrollar todo el potencial de cada individuo.
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