lunes, 18 de abril de 2016

Liberal Cristianismo

Nada más lejos de la realidad que el supuesto antagonismo entre el pensamiento liberal y la ética cristiana. Y nadie más interesado en divulgarlo que los enemigos de la libertad y de la responsabilidad.
Del mismo modo que nada se opone entre la doctrina social de la Iglesia y los principios en que se basa el liberalismo político económico ya que, una y otros, anhelan, precisamente, la esperanza del mayor bienestar para los pueblos y la mayor dignidad para las personas.

No obstante, antes de continuar, es necesario advertir que el Magisterio de la Iglesia se vio obligado a tomar posiciones frente a la herejía modernista y las condenas de los Papas Gregorio XVI en "Mirari vos" y Pío IX en "Quanta cura", así como Pío X en "Pascendi", lo son contra los errores dogmáticos y morales del liberalismo filosófico, basado en una supuesta autonomía del hombre ante Dios y ante la ley moral objetiva. Y no contra el liberalismo económico.
Pablo VI en la Encíclica "Octogesima adveniens" lo dice con claridad: "en su raíz misma el liberalismo filosófico es una afirmación errónea de la autonomía del individuo en su actividad, sus motivaciones, en el ejercicio de su libertad".

Lo que nada tiene que ver con el liberalismo económico de Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis de Molina, Juan de Mariana, Martín de Azpilcueta, Francisco Suárez, Diego de Covarrubias . . . etc, en los siglos XVI y XVII, los denominados escolásticos de la Escuela de Salamanca.
Y tampoco nada tiene que ver con el liberalismo político de Locke que, a finales del mismo siglo XVII, aparece como el precursor de la democracia liberal, la defensa de las libertades individuales y del Estado de Derecho; como tampoco tiene nada que ver con el liberalismo económico de Adam Smith quien, en su "Teoría de los sentimientos morales" y en "La riqueza de las naciones", buscando la causa de esta riqueza, elaboró la teoría del interés propio racional que supera la preocupación exclusiva por uno mismo y nada tiene que ver con los vicios del egoísmo, la avidez y la codicia.

Es por ello que los liberales católicos decimos que, la economía de libre mercado o capitalismo, como más guste, es el sistema de organización social que antes y mejor concurre al bien común sin contradecir ningún postulado de la doctrina católica. Y que, por tanto, se trata de una opción que, todo católico, en el ejercicio de su libertad puede elegir.

No se puede decir lo mismo del socialismo y del error atropológico que soporta. Juan Pablo II, en su Encíclica "Centesimus annus", dice: ". . . el socialismo considera a todo hombre como un simple elemento y una molécula del organismo social, de manera que el bien del individuo se subordina al funcionamiento del mecanismo económico-social. Por otra parte, considera que este mismo bien pueda ser alcanzado al margen de su opción autónoma, de su responsabilidad asumida, única y exclusiva, ante el bien o el mal. El hombre queda reducido así a una serie de relaciones sociales, desapareciendo el concepto de persona como sujeto autónomo de decisión moral, que es quien edifica el orden social, mediante tal decisión".

domingo, 6 de marzo de 2016

"El puente de los espías". No apta para PODEMOS.

"El puente de los espías" es una película que los de Podemos no pueden ver.
Hay un momento en el que aparecen los inicios de la construcción del muro de Berlín en 1961, ese "telón de acero" que el comunismo precipitó sobre Europa, para no dejar salir en vez de para no dejar entrar. Es curioso que otros dos muros célebres, como el de Adriano y la gran muralla china, e innumerables menos o nada conocidos a lo largo de la Historia, han servido y sirven para evitar que se entre, en vez de para evitar, como evitaba este muro de la vergüenza, que se pueda huir . . . del paraíso comunista.

Pero la película, que relata hechos sucedidos, enfrenta dos modelos políticos, dos formas de entender la sociedad; la preponderancia del individuo frente a la preponderancia del Estado, o su traducción: la persona como ciudadano o la persona como súbdito. 

El marxismo y sus turbamultas puño en alto pregonan la lucha de clases entre proletarios y burgueses. Para que la revolución triunfe y la dictadura del proletariado nos haga felices, aquí en la tierra y luego en el cielo, se tiene que dar una circunstancia que parece no se alcanzó en el paraíso soviético, ni en el asiático, ni en el sudamericano. Esto es que la economía funcione estupendamente y el partido pueda repartir y haya "de to . . . pa toos". Pero, vaya por Dios, la realidad es testaruda y cuando se cambia la cultura del esfuerzo por la del igualitarismo a la gente le da por no esforzarse y la cosa no funciona.
Sin embargo no contentos con el fracaso mayúsculo que ha supuesto ese modelo económico y social, los nuevos comunistas han decidido asaltar el cielo que la economía de libre mercado ha conseguido en los países que resistieron al asalto bolchevique de la primera mitad (y pico) del siglo pasado.

Una de las bases fundamentales por las que las democracias liberales han conseguido las mayores cotas de progreso en la Historia de la humanidad es la separación de poderes y la seguridad jurídica que conlleva. Cuando no hay tal separación, cuando el poder judicial está supeditado al poder ejecutivo y la seguridad jurídica no es tal, las reglas no están claras o no son de obligado cumplimiento para todos, la economía de libre mercado se tambalea. En España tenemos suficiente experiencia al respecto desde que el PSOE, en 1985, nos coló la Ley Orgánica del Poder Judicial que, por cierto, el PP no ha modificado aunque lo llevaba el el programa que le alzó al poder por vez primera en 1996.

Esta seguridad jurídica, este imperio de la Ley, no sirve exclusivamente para el funcionamiento del modelo económico de libre mercado, más o menos intervenido, sino que es necesaria para garantizar los derechos de los ciudadanos. En la película se nos muestra como en un sistema el reo tiene el derecho a la defensa, a las garantías procesales y a un juicio justo, y en el otro sistema el procedimiento judicial es pura ficción. 

Es por ello que los de Podemos no pueden ver esta película, porque su modelo es el de su anhelada segunda República, el del golpe del 1934, el de los tiempos en que el PSOE estaba en la internacional socialista dirigida por Stalin, el de la Cheka y el del Gulag . . . el del puño en alto.